«¿A dónde la pegó?» By Silvia Barbeito

Esa es la pregunta que nos hacemos los no laístas cada vez que los laístas decís cosas tan raras como «la peguó». Yo, como buena gallega convencida de que los tiempos compuestos son innecesarios, soy consciente de que cada región tiene sus características que los de las demás no entendemos, pero lo del laísmo me mata, porque me suena horrible. Conste que también me suena espantoso el leísmo, pero como está admitido, no me queda más remedio que cerrar la boca. Eso sí, cuando corrijo le suplico al autor que me deje unificar al pronombre átono más correcto, que es «lo», claro, pero eso es algo entre esa persona y yo. Y si me dice que no, lloro amargamente y unifico a leísmo por mucho que me duela. Eso sí, que sepáis que el leísmo de femenino y de animales y cosas NO está admitido, así que no me lastiméis de forma innecesaria, que soy muy sensible para estas cosas.

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¿Cómo hacer para evitar el laísmo/leísmo? Bueno, lo más fácil es que os cambiéis de Comunidad Autónoma y viváis durante años en una no laísta, porque sé de gente que se sabe de sobra la norma y, aun así, la usa mal. ¿Por qué? Ni idea. A mí también se me escapan los tiempos simples. Cuando hablo. Cuando escribo muy, muy rara vez. Y tengo testigos. Aunque sigo sin ver la diferencia, pero me he aprendido trucos para saber cuándo usar uno u otro. Sin embargo, tengo comprobado que, salvo que tengáis hijos pequeños a los que estéis ayudando con el complemento directo o indirecto (o como se llame ahora), no hay manera de hacer que lo pilléis. Y aun así.

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Pero como me encantan las causas perdidas, vamos a ver si consigo daros unas reglas simples. Y, aviso, van a ser MUY simples, porque después vamos a tener casos de loísmos en los que no nos ponemos de acuerdo ni los correctores ni la mismísima RAE (odio los verbos de afección e influencia, los odio, los odio con todas mis fuerzas, quiero que desaparezcan del mapa).

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El ejemplo que os ponía antes: «la pegué».

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Haceos una pregunta: ¿qué pegasteis? Me temo que la respuesta no es «a ella», sino «una bofetada». Si la habéis pegado a la pared, entonces no digo nada, lo estáis diciendo bien. No, no es a ella. Sé que pensáis que es a ella, pero no lo es. Si fuera «a ella», ya os digo, la estaríais pegando a algún sitio.

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Pensad que «la» y «lo» se usan como complementos directos y «le» como complemento indirecto. Sí, veo caras de incomprensión ahí al fondo de la sala. Calma y tranquilidad. Vamos a volver al colegio.

 

El complemento directo (o, insisto, como quiera que lo llamen ahora) recibe directamente la acción del verbo. «Dame un beso». ¿Qué tengo que dar? Un beso. Ahora demos un paso más, que es donde la liais los laístas. Supongamos que el beso es para otro. Esto de hacer que los niños besen a los tíos, primas, vecinas, señoras que pinchan (torturadoras). No es «dala un beso». ¿Y por qué no? Pues porque el complemento directo sigue siendo beso. Si decís «dala», la estáis dando a ella, a la tía, prima, vecina, señora que pincha. Como con pegar, como os decía. Ahí lo que ocurre es que el complemento directo está elíptico. «Le pegó (una bofetada)». El complemento directo es «bofetada» (o sinónimo al uso), aunque no aparezca.

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Podéis decir «dila», pero entonces os estáis refiriendo a una frase. Por ejemplo: «¿Cómo era esa cita? Dila». Es decir, decís una cosa (complemento directo). Si se trata de decirle algo a alguien, entonces se usa «le». ¿Por qué? Pues porque el complemento directo es lo que decís: «Dile (a ella) que la odio». El complemento directo de «decir» es «que la odio». Ojo, que es «la odio» y no «le odio», porque el leísmo de femenino, como os decía, no está permitido, y el complemento directo de «odiar» ahí es «la». La odio a ella.

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Resumo: el complemento directo responde (casi) siempre a las preguntas «qué» o «a quién». Por ejemplo:

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«La rodeó». ¿A quién rodeó? A ella. C.D.

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«Le miró los ojos». ¿Qué le miró? Los ojos. Pero, sin embargo, sí puede ser «La miró a los ojos», porque ahí «ojos» es complemento de lugar y «la» responde a la pregunta «a quién miró».

 

Tampoco os fieis de esto al cien por cien, porque esas preguntas solo sirven para identificar si el complemento es de persona, pero de una forma muy básica os pueden ayudar, porque si se trata de un complemento de persona, si se refiere a la persona es lo o la, pero si se refiere a una parte de ella, es le. Lo que os decía de los ojos. «La miró (a ella)a los ojos», «Le miró los ojos».

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Más «trucos». Los verbos intransitivos no llevan complemento directo, así que siempre tendréis que usar «le» (por si alguien se lo está preguntando, basta con ir al diccionario. Junto al verbo pone trans. o intrans., según corresponda).

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Sí, es un follón. Pero pensad cuando escribáis una frase si se puede interpretar de otro modo. Es lo único que se me ocurre que pueda ser un truco relativamente fácil. Yo lo veo clarísimo en el caso de «la pegó», que es el primero del que he hablado y que titula esta entrada. Puñeta, es que no la pega a ella. Que a mí me decís eso y me imagino algo muy macabro con Loctite.

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En fin, que estoy segura de que no os he aclarado nada, pero si tenéis dudas, ya sabéis dónde estoy (viendo Juego de tronos, probablemente).

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