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Concierto en Navidad By Jolie Courge +18
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– ¿Por qué no me he enterado antes? – Manuel de la Ola se afeita frente al espejo mientras se maldice a si mismo por haberse enterado de que Michael Nyman venía a Bilbao, ¡Al Arriaga! el 20 de diciembre.
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-Pero… ¿qué dices? ¡no tenía ni idea! – responde al teléfono Alberto Villaantigüa a su amiga Nuria- ¿Estamos a tiempo de pillar entradas?
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Pues sí, al menos en el imaginario de estos dos sujetos (amantes del simbolismo mágico, los libros y Michael Nyman, por no nombrar a Aute), así es como hace casi 20 años empezó esta historia llena de anacronismo, por cierto.
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Si Michael Nyman dice en “El contrato del dibujante” que lo mejor es que sea el ovejero el que persiga a las ovejas, no seré yo, y menos Manuel o Alberto quien le contradigamos, y es que le amamos, así, sin aspavientos, sin florituras, le amamos y siempre tendrá razón. Alguien capaz de componer “ The promise” no tiene capacidad de errar, aunque, pensándolo bien, alguien tan genial, tiene que errar continuamente, ahí lo dejo.
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-Yo voy, a ver si queda alguna entrada o puedo colarme con el pase de prensa….¡Joder! ¡cómo se me ha podido pasar esto!…-Manuel blasfema , se caga en lo más barrido, anda despistado, vale, pero sus distracciones están alcanzando las cotas más altas desde hace años…- ¡Puta mierda!.
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-Pues yo me apunto, seguro que en la puerta podemos pillar alguna entrada, y en el peor de los casos nos tomamos un cacharro en el Boulevard, tampoco perdemos nada por intentarlo. -Alberto no quiere perder la oportunidad de que la casualidad juegue de su parte.
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Las puertas de entrada del Arriaga están abarrotadas, entre tanta luz navideña, arboles decorados y estrellas destellantes, no se puede de hablar de mucha gente, ni de un montón de gente, ni siquiera de una multitud de gente, sino de varias, muchas multitudes de gente en la plaza y en el Arenal. Varias colas de personas con sus entradas se congelan esperando, todos van acicalados, o con sonrisa especial porque es ¡Michael Nyman!
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Otras cuantas multitudes andan por allí, intentando conseguir una entrada, o mirando curiosamente o simplemente tomando unos vinos preguntándose qué coño hay hoy en el Arriaga.
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-Pues sí que hace frio hoy, pero por lo menos no llueve. -Alberto se aprieta un poco la bufanda y se limpia las gafas que se le empañan al hablar.
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-A ver, soy periodista, aquí está mi pase, vengo a cubrir el evento- exclama Manuel al personal de la entrada.
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– Pues no está usted en la lista, lo siento-le contestan.
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-Buffff, no hay manera, pues aquí me quedo, igual en algún momento……
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-Nuria, ¿voy a por más cerveza, tú quieres algo?
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-Casi mejor me tomo un café, entro en calor, que no veas la que cae, y vuelvo a intentarlo, que igual cambia el de la entrada.
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El Boulevard también está repleto, la gente se empuja sin querer para intentar llegar a la barra y otros se dan codazos mientras intentan quitarse los abrigos. El cambio de temperatura de dentro a fuera es brutal, puedes sentir como ardes mientras tus manos siguen congeladas.
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-Perdón, perdón, perdón…-Villaantigua se disculpa al menor roce, “En la orilla del aire” lo llama.
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– ¡Epa!, ¡perdona!, no ha sido adrede -se excusa Manuel en cada empujón.
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Ambos llegan a la barra.
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-Un café por leche, por favor.
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-Dos cañas en vaso de plástico.
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Dos chicos en la barra del Boulevard. Se miran, han pedido al mismo tiempo.
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-¡Epa, perdona! No sabía que estabas antes.
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-Nada tranquilo, tendremos suerte si salimos de aquí antes de media hora.
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A Manuel le gustan las gafas de Alberto, bueno, o Bueno de la Ola. Le gustan los ojos detrás de las gafas de Alberto. Brillan. Así, sin más. Brillan y ven y tampoco tienen por qué hacer nada más.
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A Alberto le gusta la sonrisa vacilona y autosuficiente de Manuel, admira a la gente que sonríe sin miedo o como forma de seducción. Él no lo hace, él solo observa, como observa a los actores de la época dorada del cine, en blanco y negro, que solo con hacer una mueca lo dicen todo.
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-Creo que todo esto es por el maestro.
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– ¿Por Nyman?, ¿Tú también has venido a escucharle?
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Alberto asiente
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-Sí, pero sin entrada, igual que tú, intuyo.
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-Sí, pero bueno, algo haremos, o al menos estaremos aquí. -Alberto sonríe, sabe que lo suyo son las palabras; se siente seguro.
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En el Arriaga hay un escenario, y en el escenario un piano, y sentado al piano, un señor acariciando y golpeando las teclas, concentrado pero vacilón, dando vida de nuevo, una y otra vez, por milésima vez a “Big my secret” como si fuera la primera vez.
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Mientras, en el Boulevard, dos hombres se sonríen, hablan de cine, de Cortázar y de los monstruos que viven en sus sótanos. La cerveza de Nuria ya se la ha tomado Alberto, y ella espera a ver si consigue entrar en el metro.
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Han pasado casi 20 años. Michael Nyman, su ovejero, su piano y su promesa siguen sonando en la casa de Manuel y de Alberto. Por cierto, Manuel no encuentra su pase de prensa.
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Han pasado 20 años y Michael Nyman se sigue preguntando de donde ha sacado ese pase de prensa. Él no lo recuerda, pero estaba en la barra del Boulevard después de un concierto en Bilbao, y sin saber por qué se lo guardó en el bolsillo. Quien sabe, quizá en breve nos deleite con “The Amino´s press pass”
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Mis disculpas a Alberto y a Manuel y a sus espíritus Navideños, y por supuesto a Aute, por quitarle protagonismo.
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Psicóloga, educadora sexual, tupersexsera, coach sexual y de pareja. Amante de la vida y el erotismo, los libros y el buen vino. Dedica parte de su tiempo a las reuniones de tupersex, talleres femeninos y a escribir sobre sexualidad porque tiene algo que aportar, porque se ríe y porque le encanta.