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Crónica de un insomnio anunciado By Beka Von Freeze
Queridas criaturitas de escarcha. ¿Cómo van vuestros días?
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Los míos se complican en momentos puntuales. Por eso os traigo esta crónica de malos dormires y pésimos despertares.
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Estaba claro que no iba a dormir esa noche tampoco.
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La maldita ansiedad no se va con nada.
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He gritado y he llorado. Anestesiado bailando y fingiendo sonrisas para creérmelas. Pero solo he conseguido silenciarla por unos días.
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Ha vuelto. La siento como va creciendo a cada latido dentro de mis venas.
Mi cuerpo explota en adrenalina.
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Mi cerebro está sobrecargado de hacer demasiadas cosas durante el día para no pensar.
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Cuando llega la noche, su oscuridad y el silencio, todo se calma en la ciudad pero él no lo hace.
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Mi cerebro sigue activo, al 200%. Y empiezan los malos pensamientos, las hipocondrías, el tiempo malgastado durante años y el que sigo perdiendo, el inexistente futuro, la soledad, el frío y los miedos.
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Me abrazan demasiado fuerte y la lluvia que cae tras la ventana me empapa el corazón.
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Me levanto de la cama. Voy a la cocina. Me preparo una tila. Intento calmarme.
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Regreso a la cama. Ojos abiertos.
Quito el modo avión del móvil. Entro en las redes sociales. Virus. Virus. Virus.
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Me ahogo. Tiemblo. Cierro los ojos. Me asfixio. Quiero dormir y no puedo.
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Ojos abiertos mirando al techo en la oscuridad. No entra ni la luz de las farolas por las rendijas de la persiana. Llevamos dos días sin luz en el barrio.
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Intento relajar la respiración. Se hace difícil. No puedo.
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Caigo dormida rendida por el cansancio. 6 horas después me despierto.
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Me duele todo el cuerpo. No he descansado. Una noche más tachada del calendario. Un día más. Un día menos.
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Una crónica cualquiera de un insomnio anunciado.
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Me llamo Rebeca Bañuelos y soy escritora por necesidad. Necesidad de vaciarme y de inyectar de fantasía a mi realidad. Lo mismo me desangro en rebeldía reivindicativa que mis gotas derraman romanticismo erótico.
